27 junio 2007

La Gen Y y el fracaso universitario

Este año, una vez más fue enorme la cantidad de alumnos que desaprobaron su examen de ingreso a la Universidad. Según lo indican las cifras, el 85% de los que aspiraron a ingresar a las universidades de Rosario y Santa Fe, fue reprobado.
¿Cuál es el motivo? ¿Falta de estudio? ¿Exámenes complejos? Entre quienes tienen una posición pesimista, están los que hablan de una generación que no lee ni estudia, y que desprecia la cultura del esfuerzo. Está sumergida en una ola de comodidad, acostumbrada a ser atendida y tener herramientas a su alcance; una vida llena de facilismos, donde todo está para ser aprovechado y sólo basta buscarlo. Podría decirse que carecen de hábitos sistemáticos de estudio, una habilidad que sí presenta la generación X y que ha sabido explotar.
La facultad no plantea ser una agencia dispensadora de títulos universitarios, sino, por el contrario, se propone como institución inculcadora de conocimientos. Los alumnos, adolescentes integrantes de la Gen Y, deben someterse a las exigencias básicas del conocimiento; no hacerlo significa desconocer la misión de la universidad.

Una Gen Y trabajosa

Más allá de las relaciones personales con o contra la tecnología, los jóvenes de la Generación Y constituyen sin duda una nueva clase de trabajadores y una nueva clase de oferta laboral.
Este tema es ocupación directa de los empleadores, quienes no pueden pasar por alto las distintas necesidades y exigencias de una generación sumamente individualista y despreciativa de lo perenne.
Los nuevos "usuarios del trabajo" no tienen interés en hacer carrera dentro de una empresa, y sus ambiciones están sólo e íntimamente relacionadas con los beneficios y las condiciones del empleo. Resulta complicado lograr que los trabajadores vistan la camiseta de una empresa; sus intereses fluctúan y su nivel de tolerancia es muy bajo, en definitiva, se cansan, se aburren, se van.
Y ¿a dónde se van? se van a donde la internet los manda, lejos del esfuerzo intelectual exagerado y cerca de un mundo casi perfecto pero irreal. Los recursos virtuales y las TICs sirven en bandeja nuevas opciones para ganar algo de dinero, y por lo tanto, en cuanto el usuario encuentra un nuevo hipervículo que reemplace el puesto que hoy le resulta aburrido sin duda hará clic, y exprimirá nuevamente la misma interfaz sin aventurarse a experiencias o búsquedas distintas. Si cambiar de trabajo no fuera tan sencillo, quizás no lo harían.
¿Cómo afecta esto a las empresas? ¿Cómo son las nuevas búsquedas laborales? Ofrecemos algunos comentarios al respecto:
La Nación: "Entre lo público y lo privado"
Blog: "La Gen Y en las empresas".

25 junio 2007

Inmigrantes en la era digital

Second Life” es un mundo virtual 3D que ofrece al usuario la posibilidad de vivir una vida paralela a la real: basta con ser un habitante más de esta ciudad virtual para poder recorrer sus calles, comprar una casa, buscar trabajo o invertir en la bolsa. Polémico y controvertido, en este mundo todo puede pasar. En la actualidad, cuenta con más de 7 millones de “residentes”.
Para los especialistas, no se trata de un simple juego: se genera una “cultura de la simulación”, donde las relaciones y la identidad se vuelven virtuales. Yo puedo ser otro yo, adquirir nuevas características, una personalidad diferente, al punto de que el yo-real puede confundirse con el yo-virtual. No hay que olvidar que sólo se trata de un cuerpo que entra en relación en otras instancias de encuentro: en este sentido, hay una virtualización del cuerpo.
El peligro surge cuando la línea que separa realidad y virtualidad se vuelve confusa y trasciende las fronteras de lo real. Una vez más, se trata de una mediatización de esa realidad; no deja de haber un sujeto, usuario de una interfaz, que accede a un mundo cibernético.
La era digital parece, así, dar paso a un nuevo modo de existencia en donde lo real y lo virtual interactúan al punto de confundirse. El usuario adquiere nuevos modos de ser, de sentir, de pensar. Está acá y también allá, y viaja sin fronteras, generando nuevos modos de relacionarse con los demás y generando una nueva identidad que hace del cuerpo algo público e inmaterial.

La economía del conocimiento


"Invertir en conocimientos produce siempre los mejores beneficios" Benjamin Franklin

Podría decirse que lo que distingue a la “economía del conocimiento” de las demás economías es el creciente papel del conocimiento como valor económico, comprado y vendido en todos los mercados. Desde fines del siglo XIX, las empresas han creado laboratorios de Investigación y Desarrollo (I+D), con el objetivo de combinar la ciencia con la producción de nuevos conocimientos, y aplicarlos a través de inversiones.
Esta nueva economía tiene como vehículo a Internet, y su reto será medir el conocimiento, su activo intangible. No sólo prevé crear conocimiento, sino también hacer uso del mismo. Se lo comienza a concebir como un bien, como una mercancía o como un servicio con valor agregado, dispuesto a ser administrado y comercializado.
Muchos coinciden en que la gestión del conocimiento será uno de los pilares de las organizaciones en un futuro no muy lejano. Así, cobra importancia el trabajo del nuevo gestor de información, que consiste globalmente en generar conocimiento y organizarlo en beneficio de las acciones que se llevan a cabo en cada organización en pro de una mayor eficacia y rentabilidad. Esta idea influye en los servicios de información (y, porqué no, en el periodismo como herramienta de difusión de la misma) que deben adaptarse y modificar su modus operandi. Deben aprovechar la sinergia de la información y esto supone una revisión exhaustiva de los cimientos de la profesión.

La sociedad desconocida

¿Vivimos en una época de cambios, o un cambio de época? ¿Cómo caracterizar las profundas transformaciones que acompañan la acelerada introducción en la sociedad de la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC)?
Lo que muchos concuerdan en llamar Sociedad del Conocimiento es aún algo desconocido en muchos aspectos. Con la popularización de Internet en la década de los 90, el papel de las TIC en proceso de desarrollo entró en debate.
Lo que hasta ahora podíamos llamar "brecha digital" se manifiesta como una nueva brecha de desarrollo; sucede pues que mucho se ha avanzado cualitativamente en el aprovechamiento de las TIC para el desarrollo humano en pocos años, pero lo que aún no se ve claramente es si los humanos están en condiciones de aprovecharlo.
"El discurso sobre los beneficios de las TIC en el marco del desarrollo supera con creces a la práctica- afirma Manuel Acevedo Ruiz -, los recursos tecnológicos y financieros están disponibles, aunque no tanto la capacidad institucional y humana para aprovecharlos". Puede resumirse esto en un problema de educación, pero con más simpleza debemos decir que el problema no deja de ser el hombre. Muchos intelectuales intentan dejar de lado esta variable que resulta indispensable y termina por derribar todo planteamiento y toda tecnología si no se la toma en cuenta.
La sociedad del conocimiento logra desconocerse a sí misma cuando comete el grave error de dejar fuera de las elucubraciones y conclusiones al sujeto conocedor. En otras palabras, más que un asunto técnico, la integración de las TIC al desarrollo parece una cuestión de políticas de desarrollo humano.

Si alguien tira... alguien empuja

Si tan sólo nos quedamos pensando en las dramáticas frases de Baudrillard y aseveramos con firmeza que realmente hay un crimen, que la realidad ha sido asesinada y que el hombre vive de simulaciones, estaremos probablemente olvidando al mismo hombre.
Cierto es que ninguno de nosotros vive en un mundo que le resulta raro o complejo en demasía, nadie se frena a la hora de tener que usar algún objeto tecnológico con alguna finalidad en especial. Sucede pues que la perfecta simulación de Baudrillard queda algo oscurecida por una patente verosimilitud de las interfaces que median entre el usuario y una serie de procesos que dan origen a un objeto determinado.
En definitiva, “a algo se parecen” aquellos aparatos que ponen a nuestra disposición diversos servicios, por eso aprendemos a usarlos y nos apropiamos sin grandes problemas de lógicas y formas espaciales y temporales que no nos resultan ni extrañas ni simuladas.
Quizás el problema provenga de olvidarse que, en lo que Baudrillard podría llamar ‘creación de la simulación’ o fabricación de productos tecnológicos, también hay realidad y también hay sujetos que ponen en juego un gran conjunto de conocimientos que se ordenan en un proceso que presiona (push) una serie de valores hasta toparse con la interfaz que los sintetiza, y desde allí entonces se enganchará el usuario para tirar (pull) de ese proceso y poner el servicio que éste ofrece a su propia disposición.
Hay quizás entre estas dos esferas del hacer y del usar una brecha que Baudrillard no avizora y quizás quienes afirman la existencia de la Gen Y, tampoco. ¿No será que esta enigmática generación tan sólo ha aprendido a tirar mejor de los procesos? ¿Hay realmente una generación capaz de presionar con mayor eficiencia que sus antecesores?

24 junio 2007

¡Quiero más, mucho más!

Muchos intelectuales afirman que las nuevas tecnologías han pasado a formar parte de las denominadas "adicciones sicológicas o adicciones sin drogas", que parecen afectar a los sujetos de la GenY. Cuando hablamos de estas adicciones, nos referimos a conductas repetitivas que resultan placenteras en las primeras fases, pero que después no pueden ser controladas por los usuarios.
En definitiva, llega un momento en el que lo mismo da que se trate del celular, la televisión o el Internet; el objetivo es olvidar nuestros problemas, y para ello nos sumergimos en un mundo tecnológico que parece alejarnos de lo que sucede allí afuera.
Como es de esperar, esta conducta adictiva en el uso se continúa en la necesidad de adquirir todo el tiempo la tecnología de punta. Lejos quedan el verdadero concepto de necesidad y las decisiones racionales y lógicas.
El "sí lo compro" no es fruto de un deliberado razonamiento que resuelve que determinado objeto realmente justifica el gasto. La simple diferencia entre un modelo 2.0 y uno 2.1 es motivación suficiente para desembolsar la cantidad de dólares que sea necesario.
Los casos que hoy en día muestran esta tendencia son analizados por Laurie Flynn para el New York Times (traducido por Clarin).
Otro espacio de investigación al respecto:

20 junio 2007

¿Qué es GenYgma?

La Generación Y surge alrededor de los años 70-80, impulsada por cambios en el acceso a la información y avances en las comunicaciones. Es una generación que está definida por hitos históricos como la caída de la URSS o los atentados del 9/11. Se distingue por una actitud desafiante, que todo lo cuestiona.
La prensa los califica como “antipáticos, egocéntricos y desagradables, pero con conductas altamente digitales”, aunque otros destacan su agilidad, interactividad y el uso inteligente que hacen de la información. Sus características, sin embargo, parecen producir un choque con los miembros de la Gen X, ya que ambos habitan mundos diferentes.
La intención de este blog es plantear a la Gen Y no como mundo maravilloso, sino como espacio de controversia, en donde el conocimiento juega un rol importantísimo, y en donde la relación de estos jóvenes con las TICs a través del concepto de simulación y realidad nos permitirá definir cuáles son sus cualidades positivas y cuáles las negativas. En este sentido, pensamos a la Gen Y como un enigma, como algo cuestionable y analizable por su gran protagonismo en la sociedad actual y futura. ¡Bienvenidos a GenYgma!

El chat: Lo mediado ¿es la realidad?

La generación Y es la que vivió más de cerca el surgimiento de Internet; es la que hoy juega al Wii de Nintendo, la que chatea en el Msn. Todo esto se da en la realidad gracias a la mediación de interfaces que son fácilmente apropiadas por el usuario y que le permiten hacer un mejor uso. Así, -según Carlos Scolari- el lenguaje que usamos habitualmente se ha permeado para relatar nuestras experiencias con las máquinas digitales y comunicarnos bajo un sistema de códigos compartidos. En esta comunicación, la Gen Y hace del chat una importante herramienta para intercambiar experiencias con otras personas del mismo mundo virtual. Si bien la cibercharla es un modo novedoso de diálogo con otros sujetos, la comunicación sigue estando mediada y sigue siendo virtual: hay un usuario que dialoga con un ordenador. Consecuencias de esto son el aislamiento, la pérdida del contacto cara a cara, el empobrecimiento del lenguaje. Cabría preguntarse entonces hasta qué punto es real la charla vía chat y hasta qué punto lo mediado constituye a la realidad.

El exterminio del otro

Al hablar de la Gen Y nos referimos a quienes se desarrollaron en la era de la informática; para algunos se trata de una generación muy adaptable e innovadora; y para otros, son también muy impacientes, insensibles e individualistas.
De todas formas, la cuestión está en deliberar por qué resultan de tal forma, y cuáles son las otras tantas consecuencias colaterales que nos lega la tecnología. En este sentido, Baudrillard nos propone una interpretación que quizás resulte pertinente. El autor hace referencia a que las huellas del pasado se han “vuelto virtuales”, mientras que el presente está entregado a la simulación, por ende entiende a la realidad virtual como un proceso que no sólo nos hace entrar como espectadores a la “era de la liquidación de lo Real y de lo Referencial”, sino que también a la era del exterminio del otro. Mientras el simulacro se convierte en lo verdadero, lo verdadero se convierte en simulacro. Lo más excesivo que ocurre en el mundo no sólo es que se pretende convertirlo en virtual, sino que se trata de no percibir al otro en su propia existencia; allí radica el fenómeno de no ver al otro. Entonces afirmamos –de acuerdo con las ideas de Baudrillard-, que estamos en “la era del exterminio del otro”, de un otro como concepto, que significa que ya no consideramos la existencia de un prójimo, porque nos hemos sumergido en la profunda soledad de la tecnologización.
El autor refuerza esta idea en su texto "Videosfera y sujeto fractal" cuando sostiene que: "Pendiente de las redes, nace el desafecto de los demás, de sí, contemporáneo a la forma desértica del espacio generado por la velocidad".
“Ya que la propia nada, la continuidad de la nada, deja huellas, y es como el mundo traiciona su secreto. Así es como deja presentir ocultándose detrás de las apariencias”
J. Baudrillard



El mundo muchas veces se traiciona cuando se obnubila con las apariencias. Esto es lo que Baudrillard llama las huellas de la inexistencia, de la continuidad de la nada. Y quizás sea algo de esto lo que sucede con la enigmática GeneraciónY.
Dice Baudrillard que “si no existieran las apariencias, el mundo sería un crimen perfecto, es decir, sin criminal, sin víctima y sin móvil. Un crimen cuya verdad habría desaparecido para siempre, y cuyo secreto no se develaría por falta de huellas”. La preocupación del autor señala patéticamente la falta de respeto hacia la humanidad, criticando duramente la ceguera humana, que cabalga hacia su propia destrucción, y no hacia una evolución generacional que construye sujetos mejores, más capaces para enfrentar los próximos cambios. Hay sin duda una mutación, pero cabe analizar porqué y cuál es exactamente.
Lo que no podemos eludir es que existe un aparato formidable para mediar la realidad: la tecnología. Y tampoco podemos hacer caso omiso a la dimensión que adquiere en el mundo moderno. No cualquier fenómeno, ni cualquier novedad se convierten en “ERA” y eso no se ha discutido suficiente aún.
La era tecnológica es una realidad, pero si algunos se aventuran a discutir su nota evolutiva (La ¿evolución? en la era tecnológica) es más posible aún cuestionar que sea la causante de tan profundos cambios en la porción de la sociedad que la encarna y la vive desde los primeros años de su vida.